En el pasado, hacerse a un coche deportivo japonés solía ser garantía de una excelente relación  desempeño/precio, además de tener un coche original. Esto,  desafortunadamente, ya no siempre es así debido al espectacular aumento de los precios, impulsado también en las últimas décadas por las numerosas apariciones de estos coches en películas y videojuegos, y a la buena imagen de la cultura japonesa. Sin embargo, el Mazda RX-8 ha escapado a esta tendencia. Averigüemos por qué. 

1. ¿Demasiado razonable? 

El RX-8 no tiene motor biturbo, ni tracción en las cuatro ruedas ni proporciones musculosas. ¡Y eso se nota en su aura! A los fanáticos de los coches fabricados en la tierra del sol naciente les encantan estas configuraciones. Suficiente sin embargo es conducir un coche tecnológico y/o con buen potencial de mejora de su rendimiento. Y nos lleva al siguiente punto. 

2. Un bloque con aspiración natural 

El motor Wankel desata pasiones. Su capacidad para acelerar sin restricciones es tan emocionante que Mazda le ha instalado un sonido de advertencia que os indicará cuando os estéis acercando a la zona roja. Y por si fuera poco, su sonido hace cosquillas en los oídos de los entusiastas con una inigualable vibración mecánica. Luego de decir esto, digamos que no hay sobrealimentación bajo el capó del motor del RX-8. Los únicos valores originales serán 192 o 231 caballos, y para ganar potencia en proporciones interesantes tendréis que pasar por la desalentadora opción del swap. 

3. Cuatro puertas, cuatro asientos, un maletero 

¿Mazda 6? ¡No! Mazda RX-8. Este coche deportivo japonés ofrece unos asientos traseros decentes, un maletero y cuatro puertas. ¿Cuatro puertas? OK, son puertas que abren en direcciones opuestas. Pero esto repercute en la altura del vehículo, en su diseño y, por lo tanto, en su apariencia exclusiva. El resultado dista mucho de ser poco atractivo, todo lo contrario. Pero no olvidemos que, en la mente de los fans del Mazda, este coche reemplaza a otro. Y este también es el problema. 

4. El RX-7 

Ahora es tres veces más caro, tres veces más raro y por lo menos tres veces más representado en las redes sociales, en el cine o en los videojuegos: es el RX-7 FD3S y su 13B-REW alimentado por dos turbos. 

Tiene un rico catálogo de mejoras y faros emergentes que completan la lista de razones por las que este coupé es un sueño. Su posicionamiento también es más radical, atacando al Skyline y al NSX, que apuntan a marcas líderes como Porsche y Ferrari. Ambiciones que ya no son las del RX-8 cuando salió en 2003. 

Finalmente, es difícil mirar los anuncios clasificados sin imaginarse uno al volante de un RX-8. Después de la presentación, a la prensa le encantó su equilibrio, su sonido especial y su aspecto original. Un coche reconstruido o encontrado a bajo precio con esta «intervención mecánica» hará sin duda las delicias de sus dueños, sin que tengan que dejar una suma colosal de dinero sobre la mesa. Bueno, de todos modos, ¡guardad algo de dinero para los imprevistos!